LUISA VALENZUELA

      Voz imprescindible de la literatura argentina contemporánea



              
                                 

Luisa Valenzuela (Buenos Aires, 1938), autora de novelas, relatos y ensayos, periodista, guionista, conferenciante, profesora en universidades de Estados Unidos y México, es una de las voces más importantes de la literatura argentina contemporánea. Apenas conocida en España, salvo en círculos académicos especializados, es sin embargo una figura de renombre internacional. Sus obras han sido editadas en diferentes países de América, Asia, Europa y Oceanía y traducidas al inglés, francés, alemán, italiano, portugués, holandés, serbio, coreano, japonés y árabe. Ha recibido asimismo numerosos premios y reconocimientos.

Con apenas 20 años publicó su primer cuento, Ciudad ajena, en la revista Ficción. A lo largo de sesenta años no ha dejado de producir, siendo su última obra la colección de microrrelatos Brevs.Microrrelatos completos hasta ayer, editada en Buenos Aires en 2017. 

La profundidad de su pensamiento, su agudeza crítica, su valentía a la hora de denunciar la violencia, su capacidad de escribir desde la corporalidad y la experiencia, junto con su aguda ironía, su elegante sentido del humor y la riqueza creativa de su lenguaje hacen que la obra de Luisa Valenzuela sea realmente magistral. Podemos considerar algunas de sus obras auténticas joyas del realismo mágico, muy especialmente Cola de Lagartija (1983), novela en que hace una devastadora crítica de la violencia dictatorial y patriarcal de José López Rega, alias "el Brujo". ministro de Bienestar Social, director de la Triple AA (Alianza Anticomunista Argentina) y secretario personal de Perón, jugando con realismo y ficción, metáfora, mito e historia.

En otra entrada comentaré su obra Cambio de armas (1982), colección de cinco relatos en que se visibiliza el sesgo de género en la violencia del poder dictatorial sobre las mujeres y el paralelismo entre las estrategias de dominación en el ámbito político y en la relación de violencia de género. 

Podéis encontrar más información en su página web: http://www.luisavalenzuela.com

Os recomiendo también mi trabajo La critica feminista a la opresión de la dictadura y la opresión patriarcal en las escritoras latinoamericanas. El caso de Luisa Valenzuela (Argentina, Silvia Lago (Uruguay) y Renée Ferrer (Paraguay). 
https://www.academia.edu/35607645/LA_CR%C3%8DTICA_FEMINISTA_A_LA_OPRESI%C3%93N_DE_LA_DICTADURA_Y_LA_OPRESI%C3%93N_PATRIARCAL_EN_LAS_ESCRITORAS_LATINOAMERICANAS._EL_CASO_DE_LUISA_VALENZUELA_Argentina_SILVIA_LAGO_Uruguay

Y aquí van enlaces a algunos videos de sus conferencias e intrevistas:

Discurso en defensa de las escritoras argentinas en la Feria del Libro de Buenos Aires, 2017.




Conferencia en el Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti de la Universidad de alicante sobre la aventura de escribir: 


Taller literario:




Taller para escribir microrrelatos:





Termino esta entrada con los primeros párrafos de su cuento La llave, versión feminista y actualizada de Barbazul, narrada por la protagonista, que constituye un ejemplo de  crítica de los estúpidos estereotipos patriarcales realizada con elegancia, ironía y sentido del humor y que cierra con un giro inesperado, en que de nuevo, como en otros de sus relatos, el círculo de la violencia contra las mujeres (por parte de los distintos sistemas de poder: familia, marido, dictadura) se cierra, pero queda abierta la posibilidad de contestación y rebeldía.

Una muere mil muertes. Yo, sin ir más lejos, muero casi cotidianamente, pero reconozco que si todavía estoy acá para contar el cuento (o para que el cuento sea contado) se lo debo a aquello por lo cual tantas veces he sido y todavía soy condenada. Confieso que me salvé gracias a esa virtud, como aprendí a llamarla aunque todos la llamaban feo vicio, y gracias a cierta capacidad deductiva que me permite ver a través de las trampas y hasta transmitir lo visto, lo comprendido. 

Ay, todo era tan difícil en aquel entonces. Dicen que sólo Dios pudo salvarme, mejor dicho mis hermanos -mandados por Dios seguramente-, que me liberaron del ogro.

Me lo dijeron desde un principio, Ni un mérito propio supieron reconocerme, más bien todo lo contrario.

Los tiempos han cambiado y si he logrado llegar hasta las postrimerías del siglo XX algo bueno habré hecho, me digo y me repito, aunque cada dos por tres traten de desprestigiarme nuevamente. 

Tan buena no será si ahora te estás presentando en la Argentina, ese arrabal del mundo, me dicen los resentidos (argentinos, ellos). 

Aun así, aun aquí, la vida me la gano honradamente aprovechando mis condiciones innatas. Me lo debo repetir a menudo, porque suelen desvalorizarme tanto que acabo perdiéndome confianza, yo, que tan bien supe sacar fuerzas de a flaqueza.

De esto sobre todo hablo en mis seminarios: cómo desatender las voces que vienen desde fuera y la condenan a una. Hay que ser fuerte para lograrlo, pero si lo logré yo que era una muchachita inocente, una niña de su casa, mimada, agraciada, cuidada,cepillada, siempre vestida con largas faldas de puntilla clara, lo pueden lograr muchas. Y más en estos tiempos que producen seres tan aguerridos. 

Continúa el cuento con el relato de la metodología que la protagonista aplica en sus talleres con mujeres: les cuenta su historia, su valentía al utilizar la llave prohibida y descubrir los crímenes del ogro que la habían obligado a desposar, y entrega a cada una de las asistentes una llave imaginaria con la que abrir las puertas que guardan los secretos del miedo y la violencia. Las mujeres se atreven a contar sus historias, los fantasmas descubiertos, pero mantienen el miedo, sus llaves imaginarias están siempre, siempre, manchadas por el pánico a ser descubiertas y castigadas. 

Todas siempre igual en todas partes. Menos esta mujer, hoy, en Buenos Aires, esta tan serena con la cabeza envuelta en un pañuelo blanco. Levanta en alto el brazo como un mástil y en su mano la sangre de su llave luce más reluciente que la propia llave. La mujer la muestra con un orgullo no exento de tristeza, y no puedo contener el aplauso y una lágrima.

Acá hay muchas como yo, algunos todavía nos llaman locas aunque está demostrado que los locos son ellos, dice la mujer del pañuelo blanco en la cabeza.

Yo la aplaudo y río, aliviada por fin: la lección parece haber cundido. Mi señor Barbazul debe estar retorciéndose en su tumba.


Este cuento, como el resto de sus relatos cortos forma parte de la obra recopilatoria Cuentos completos y uno más, publicada por Alfaguara en primera edición en 1999, tercera edición de 2008.




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