Escritora paraguaya contemporánea. Literatura contra toda forma de injusticia.
Quiero traer hoy a estas páginas a la, probablemente, mejor escritora paraguaya del siglo XX y XXI, Renée Ferrer, reconocida internacionalmente, pero, sin embargo, prácticamente desconocida en España.
Autora de novelas, relatos cortos, cuentos infantiles, teatro y poemas, fue fundadora de la Sociedad de Escritores de Paraguay de la sociedad de Escritoras Paraguayas Asociadas. Académica y Secretaria General de la Academia Paraguaya de la Lengua y miembro corresponsal de la Real Academia de la Lengua. Ha recibido múltiples premios y reconocimientos.
Con una profunda sensibilidad ante la injusticia social y de género, todos sus relatos, novelas y poemas, trasladan mensajes críticos a través de un uso del lenguaje sencillo y accesible. En sus poemas utiliza con frecuencia la lengua guaraní, tan fundamental dentro de la cultura paraguaya.
Quiero destacar sobre todo dos de sus obras, en que trabaja de forma genial el análisis de los diferentes matices de la violencia de género, y el paralelismo entre la violencia de los regímenes opresores y la violencia contra las mujeres, tema sobre el que volveré en otras entradas. Me refiere al relato El ovillo, incluido en el libro La Seca y otros cuentos, a cuya versión íntegra podéis tener acceso en este enlace http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-seca-y-otros-cuentos/html/?_ga=2.260504141.1176270861.1545044706-1646026475.1541706587 y la novela Los Nudos del Silencio.
Podéis conocer más sobre su obra y tener acceso a gran parte de ella, en estos enlaces:
http://www.reneeferrer.com/
http://www.portalguarani.com/autores_detalles.php?id=415
También os remito a mi estudio El silencio de las mujeres en Renée Ferrer, ¿libertad o sumisión?, sobre el significado del silencio de las protagonistas en sus obras El Ovillo y Los Nudos del Silencio:
http://www.fazendogenero.ufsc.br/9/resources/anais/1277936802_ARQUIVO_ELSILENCIODELASMUJERESENRENEEFERRERLIBERTADOSUMISION.pdf
Termino con uno de sus poemas:
No importa que las guerras tengan nombre, siempre serán un llanto y un silencio, un trágico desvelo en los acantilados de la muerte.
Las aves agoreras beberán en los huesos traspasados de viento un sabor de abandono, y partirá, aún doliente, su vuelo fugitivo hacia el tajo insaciable de la ausencia.
Se volverán los páramos albergue de un pulso coagulado, un alboroto en sombras, y tendrán los crepúsculos la calcárea tristeza del astro taciturno.
No importa que las guerras tengan nombre, y un lugar en el tiempo. El soldado que esparce sus pedazos en la antesala del silencio es siempre el mismo.
