EXPLOTACIÓN DE LAS MUJERES Y CUIDADOS
El próximo 8 de marzo, volveremos a convocar las feministas a las mujeres a hacer huelga de cuidados, con la intención de visibilizar y denunciar cómo sigue recayendo sobre las mujeres la carga del trabajo doméstico y de cuidados, indispensable para el mantenimiento de la vida. Y cómo la precariedad, la pobreza, la ausencia de suficientes servicios sociales y la falta de corresponsabilidad, constituyen una explotación continua de las mujeres como cuidadoras.
Por ello, traigo hoy a estas páginas la voz de la cantante mexicana Amparo Ochoa y su poema LA MUJER, SE VA LA VIDA, COMPAÑERA.
Abrió los
ojos,
se echo un vestido,
se fue
despacio, a la cocina.
Estaba
oscuro, sin hacer ruido,
prendió la estufa,
y a la rutina.
Sintió el
silencio como un apuro,
todo empezaba en
el desayuno.
Dobló su
espalda,
gozó un
suspiro,
sintió ridícula la
esperanza.
Al más
pequeño le ardió la panza,
rompió el
silencio,
soltó un llorido.
Sirvió a su
esposo,
vistió a
los niños,
cambió
pañales,
sirvió los panes.
Llevó a sus
hijos para la escuela;
pensó en la dieta
que se comían.
Midió el
dinero,
compró
verduras,
palpó lo gris de
su economía.
Formó en la
cola de las tortillas.
Cargó a
Francisco.
Miró la
calle.
Por todas
partes había mujeres,
todas
compraban y se movían;
cumplían
aisladas con sus deberes,
le recordaban
a las hormigas.
Sintió de
pronto que eran amigas,
sintió que todas
eran amigas.
Volvió a su
casa, casa rentada,
vio más amigas
desde la entrada.
Le dio a
Francisco con qué jugar,
barrió los
pisos,
tendió las camas.
Se vio al
espejo,
miró las
canas,
juntó las
cosas,
en cocinar,
cortó las
papas,
las puso al
fuego,
y a la
manteca la hizo chillar.
Ahora lo
crudo se ha transformado,
estaba listo para
comer.
La casa
entera tiene otro ver,
de nuevo listo pa’ ser
usado.
Puso la
mesa,
sirvió a
los niños,
cambió
pañales,
cortó los
panes,
limpió de nuevo
mesa y cocina.
Le dio a
Mercedes la medicina;
pidió su turno en
los lavaderos.
Talló
vestidos y pantalones,
miró la
ropa tendida al sol,
como si ayer no
se hubiera hecho.
La misma
friega todos los días,
se caminaba de
nuevo el trecho.
Sintió la
vida como prisión,
se le escapaba
todo lo hecho.
Se va la
vida, se va al agujero
como la mugre en
el lavadero.
Se va la
vida, se va al agujero
como la mugre en
el lavadero.
Cruzó
palabras con sus vecinas;
hubo sonrisas en
formación.
Toda la
raza en su cantón,
se las arregla
con el trajín.
Siempre
mujeres, cumpliendo oficios
que se
entretejen sin tener fin.
Ser
costureras, ser cocineras,
recamareras
y planchadoras;
ser
enfermeras y lavanderas,
también meseras y
educadoras.
Muy
diligentes, afanadoras,
a sus
familias las dejan listas,
rumbo a la
escuela o hacia el trabajo
para que puedan
chequear las listas.
Se daba
cuenta de sus afanes,
y de los
cines sabía un carajo.
Para ellos
siempre la vida es seria,
pero se ahogaban
en la miseria.
Se va la
vida, se va al agujero
como la mugre en
el lavadero.
Se va la
vida, se va al agujero
como la mugre en
el lavadero.
Se fue
derecho para su nido
siempre pensando
planchó la ropa.
Todo lo
roto dejó zurcido,
tenía un momento pa’
descansar.
Se abrió la
puerta y entró el marido
también molido de
trabajar.
Puso la
mesa,
sirvió la
sopa,
para quejarse no
abrió la boca.
Se rieron
juntos y platicaron.
Se habló de
niños y de dinero,
de las
vecinas, de algún dolor,
de los
camiones y del patrón.
Lavó los
trastes,
tiró
basura,
durmió a
los niños,
cambió pañales.
Como aire
que entra por la ranura,
los dos jugaron
con su ternura.
Le dio la
vuelta a la cerradura;
durmió de pronto
todos sus males.
Se va la
vida, se va al agujero,
como la mugre en
el lavadero.
Se va la
vida, se va al agujero,
como la mugre en
el lavadero.
Se va la
vida, se va al agujero,
como la mugre en
el lavadero.
Se va la
vida, se va al agujero,
como la mugre en
el lavadero.
Se va, se
va, compañera,
como la mugre en
el lavadero.
Se va la
vida, se va al agujero....