TODAS SOMOS ELLAS



POEMA CONTRA LA INSTITUCIÓN DE LA PROSTITUCIÓN

Hoy, miércoles 31 de enero de 2019, he asistido a la mesa Prostituciñonb y Capiutalismo Neoliberal, o cómo comerciar con nuestros cuerpos y llamarlo libertad, en la que han intervenido la feminista y profesora de Sociología de Género de la Universidad de La Coruña Rosa Cobo, y la activista feminista de Feminicio.net y superviviente de trata, Amelia Tiganus. 

Impecable, claro y perfectamente argumentado el discurso de ambas. Imprescindible escucharlas y leerlas para aclarar toda posible duda sobre el significado de la brutal industria del sexo y de las propuestas constructivas y transformadoras que se aportan desde el abolicionismo defendido por el feminismo.

Os invito a leer el artículo de Amelia Tiganus, titulado La revuelta de las putas, publicado en 

Y escuchar esta impresionante ponencia pronunciada por ella en las Jornadas sobre Prostitución y Trata organizadas por la Comisión de Investigación de Malos Tratos a Mujeres en Pamplona



Asimismo os invito a leer esta entrevista a Rosa Cobo


escucharla en la presentación de su libro La prostitución en el corazón del patriarcado, en Buenos Aires en diciembre de 2017



Ellas me han inspirado esta mañana este poema:

Hoy se encogió mi estómago,

un nudo mudo apretó mi corazón

y las lágrimas liberaron el silencioso dolor.

Conocía el discurso,

me eran familiares los argumentos esgrimidos,

he escrito, gritado, expuesto públicamente,

defendido en foros las tesis pro-abolición

en muchas ocasiones.

Pero aún así,

hoy, esta fría mañana de fin de enero,

en el corazón de la academia,

en el salón de actos

de la facultad donde se forman

futuras y futuros docentes,

profesionales de la psicología,

personas que, en fin, ayudarán a crecer

a otras personas;

esta mañanas dos voces claras,

potentes, sinceras, valientes,

comprometidas,

han puesto ante los ojos

de quienes llenábamos el auditorio,

la realidad brutal que preferimos ignorar,

aun quienes la denunciamos,

porque duele, porque golpea,

porque podía ser yo, o mi hija,

o mi hermana, o mi madre, o mi amiga,

podía ser, digo,

aquella que es expulsada de su tierra,

de su casa, de su cuerpo y de su vida,

aquella que es comprada y vendida,

tocada, babeada, usada, penetrada,

como una cosa, un trapo sucio, una NADA.


Aquella, como tú, como yo, como tantas otras,

que hoy, ayer, mañana,

se convierte en carne apenas humana

para satisfacer el ¿deseo?

(mejor decir, el poder)

de los hombres de nuestra vida,

nuestros padres, nuestros hermanos,

nuestros hijos, nuestros vecinos,

nuestros compañeros, nuestros colegas,

quizás aquellos mismos hombres

que admiramos y nos sirvieron de ejemplo,

quizás aquellos hombres que amamos,

quizás aquellos hombres que “nos explican cosas”,

porque ellos saben,

ellos pueden,

ellos construyen,

ellos dictaminan,

ellos mandan.

Y ellos también se deshumanizan,

sin saberlo, sin ser interrogados,

ni juzgados, ni menospreciados,

cuando compran,

venden, usan,

penetran, violan…

sin dar valor alguno a la mujer de rostro invisible

en el burdel, el polígono, 

el piso o el hotel.


Gracias  Rosa Cobo y Amelia Tiganus.


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