REIVINDICACIÓN FEMINISTA Y ASESINATOS MACHISTAS
Ayer
fue el primer día del segundo año de la cuarta ola. No, no es tan sencillo, poner
fecha, como una marca a las que nos tiene acostumbradas esta sociedad
consumista y neoliberal. ¿Cuándo comenzó lo que ya denominamos muchas la cuarta
ola del feminismo?
¿Fueron en España sus
antecedentes el Tren de la Libertad, el 7N, las movilizaciones ante la violencia
judicial contra Juana Rivas?
¿Fue el
Paro Mundial de Mujeres de 2017 promovido por las compañeras argentinas?
Los
procesos históricos se cuajan poco a poco, cristalizan y estallan, produciendo
cambios
sociales que se vuelven imparables.
El
mismo día 8 de marzo de 2019, que quedará, de nuevo, como un hito importante en
la parte de la historia del feminismo que nos está tocando vivir en estos años,
ese mismo día, cuando llenábamos las calles de nuestro país de pañuelos
violeta, camisetas con mensajes, pancartas creativas y gritos de reivindicación,
en sororidad con tantas otras mujeres de otras ciudades del mundo….ese mismo
día, digo, un hombre, anciano, octogenario, blanco, español, residente en
Madrid, abogado jubilado… ha asesinado a su esposa rematando el ritual con su
propio suicidio. Al día siguiente, ayer,
ese primer día del segundo año de la cuarta ola, otro hombre: blanco, ciudadano
británico, residente en Estepona, de cincuenta y cinco años, ha asesinado a su
pareja.
Dos
mujeres asesinadas. Dos mujeres que no habían denunciado. Dos mujeres que,
probablemente, habían ocultado el infierno de la violencia en la pareja durante
meses, años, quizás décadas.
Porque detrás de cada asesinato no está el
arrebato incontrolable, la locura, ni el accidente.
Detrás de cada asesinato de
una mujer a manos de su pareja está una larga historia de miedo, angustia,
dolor, sufrimiento, amargas reconciliaciones, disimulos, anulación de la
personalidad… todo eso que sabemos compone el perverso ciclo de la violencia de
género.
Años, quizás décadas, de sufrimiento silenciado, invisibilizado, que fue
fácil ignorar para la vecindad que veía “una pareja que se llevaba muy bien y
muy educada”, y, quizás, subieron alguna vez un poquito más el volumen del
televisor si las paredes llegaron a permitir escuchar alguna palabra
malsonante, algún grito o algún ruido que hiciera sospechar una agresión.
Hasta
que la sociedad no se conciencie de que no puede mirar hacia otro lado; hacer
que no pasa nada; normalizar el trato vejatorio, aunque sea suavemente
disfrazado de condescendencia masculina; reír el chiste; considerar el
micromachismo como cosa natural; creerse las noticias falsas de ciertos
personajes de tendencias fascistas, porque resulta más fácil, porque no
queremos interrogarnos sobre nuestra familia, nuestra historia personal,
nuestras relaciones en el trabajo, la pareja, la calle, la vida; y de que la auténtica
prevención y erradicación de la violencia machista pasa una deconstrucción de
todo el sistema de poder y opresión que es el patriarcado androcéntrico…hasta
entonces, seguiremos trabajando, gritando, argumentando, difundiendo,
concienciando, coeducando, reivindicando, exigiendo, denunciando…
No nos
quitan la fuerza ni el convencimiento… aunque sí nos duele profundamente que
todavía cueste tanto dolor y tantas vidas lo que debería ser, lo que es, la
transformación más sana y radical para conseguir una sociedad donde TODAS LAS
PERSONAS, de todo sexo, género, orientación o identidad sexual, tengamos
derecho a UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIA.