ATARDECER
Me gusta caminar en este breve
lapsus de tiempo, entre dos luces, este corto atardecer de otoño, que precede
el inicio de la oscuridad, aunque apenas sean las seis y media de la tarde.
El cielo luce limpio. Parece
que las nubes, tras desbordarse en la mañana, se hayan retirado, extenuadas.
Algunas leves pinceladas rosa tiñen el manto azulado y gris que cubre la tarde.
En estos tiempos, en que
encontramos tantos motivos para la indignación, la frustración, la rabia:
absurdas sentencias injustas que abofetean los derechos de las víctimas; la
precariedad, cuando no la miseria, que sacude las vidas de tantas personas; el
reiterado ninguneo a los derechos de las mujeres; los contrastes sangrantes
entre un consumismo desbordado y la negativa a abrir las puertas de una vida
medianamente digna a quienes llegan huyendo de la pobreza, la guerra y la
injusticia; las muertes que han convertido nuestras costas en un macabro
cementerio… Cuando todo esto y mucho más son la noticia, expresa o callada, de
cada día, consuela y fortifica a veces, instantes como éste, en que una suave
brisa nos acaricia, se hace el silencio y podemos sentir un aliento de paz y de
esperanza.