POESÍA FEMINISTA DE MARÍA ELENA WALSH


            ODA DOMÉSTICA Y LAS QUE CANTAN






María Elena Walsh nació el 1 de febrero de 1930 en la localidad de Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires. En 1947 se graduó en la Escuela de Bellas Artes y publicó su primer libro de poemas Otoño imperdonable. Al año siguiente fue invitada por Juan Ramón Jiménez a pasar una temporada con él y su esposa en Estados Unidos. En un viaje por diferentes países de América Latina conoció a Leda Valladares con la que formó un dúo de voces, lo que les permitió pasar varios años viviendo de su canto en París. En 1956, regresó a la Argentina y se dedicó a crear canciones y espectáculos infantiles. Durante los años 60 publicó la mayor parte de sus cuentos infantiles, muy conocidos en diferentes países de América Latina. Continuó su actividad como periodista, escritora y cantora, obteniendo varios premios de literatura y siendo nombrada Doctora Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba en 1990. Con suave ironía fue capaz de criticar la opresión de la dictadura y la opresión patriarcal, como en los poemas que os presento.

Podemos conocer mucho más de su interesante biografía en este enlace https://fundacionmariaelenawalsh.net.ar/biografia


LAS QUE CANTAN

Vengo a decir que en los rincones
más difíciles del planeta
están cantando las mujeres
con voz de pueblo escarmentado.
Se supone que vociferan
para morir un poco menos.

Solo el dolor, la fiebre, el odio,
el desafío y la desgracia,
sólo una luz inofensiva
cantan las mujeres que cantan.

Fadistas de Portugal,
enlutadísimas de España,
reclinadas segando siegan
espirales de rabia y queja,
liquidan su ración de sueño
con furiosa maternidad.

Coyas, princesas miserables
de una América de arpillera,
queman ancestro alcoholizado
en lamentos como cuchilladas.
Hay que dejarse herir, caer
en su dolor, amar su llanto
y comprobar cómo la tierra
busca sus desolados huesos.

Brujas pálidas de Oriente,
lustradas hechiceras de África, 
custodias de padecimientos,
celebrantes de la miseria
que lamentan inútilmente
fatalidades ordenadas
por dioses vanos y hombres crueles.

Les asignaron sed atávica,
desesperada obligación,
y ellas amenazan morir
en repertorios de quejido,
de belleza perdonadora.

Sólo vengo a decir que cantan
y que el mundo no se arrepiente
de sus gargantas infernales,
de sus corazones prohibidos.

Sólo vengo a decir que acaso
nos están echando la culpa


ODA DOMÉSTICA

No sé, pero supongo que algún día
hará frío en los libros y tendremos
que consultar las hojas del verano.
Nos habremos cansado de aludir,
no quedará papel ni llanto
para desperdiciar en poesía.

Pero ahora vamos a perpetuarnos
en la fugacidad de la cocina,
a padecer el cotidiano
fallecimiento de las cucharitas.
Una diaria estación de cacerolas
nos ensucia pequeñamente el aire.

Dan asco las ideas puras,
vergüenza la botánica, pudor
la desnudez del pensamiento.
Mejor es ser sumisamente
cuerpo afanado, manos eficaces
para abrochar el delantal del mundo.

Un día los periódicos dirán
que el amor se ha caído en la basura,
que los ángeles agonizan, 
pero no acudiremos, ocupadas
en asistir obligatoriamente
a una melancolía de botones.

Así, bajo monótonos auspicios
recibimos delirios preparados,
paquetes de quebranto y una
encomienda de risa natural
enviada por la primavera
para resucitar de vez en cuando.

He pensado a menudo en todo esto,
mujermente agobiada de plumeros.
Nos amenazan hortalizas,
nos corren copas, números, pelusa,
nos arrebatan tiempo reservado
para comprar una porción de sueño.



En la suma de los pañales
y el tintineo de los desayunos
en repetidas dosis de mercado
y en la elaboración del miedo
se nos va, se nos va el latido
que dedicábamos a la locura.


En este enlace podéis escuchar algunos de sus poemas en la voz de Julia Zenko y Sandra Mihanovich


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