CUMPLEAÑOS
Las fechas sólo son fechas.
Imagino que es importante, sin
duda,
el día en que nacemos,
y dicen que marcan los astros
el devenir de nuestra vida.
No es igual, no, por supuesto,
nacer en paz o en guerra,
en libertad o en opresión,
en miseria o en opulencia.
No es lo mismo, no,
que marquen unos u otros hechos
nuestra infancia.
Y las fechas, inexorables, van señalando,
como hitos en el camino,
algunos momentos irreversibles de
la vida.
Pero gran parte de nuestra
historia,
quiero creer que la mayor parte,
la vamos tejiendo día a día.
Con amor, con deseo, con sueños,
con suerte y con esfuerzo
con lágrimas y con alegrías.
Con proyectos que, a veces,
se hacen realidad cuando ya están
en el olvido.
Con decisiones largamente maduradas
o tomadas en el ardor de un
instante.
Con largas horas de reflexión,
y con la chispa luminosa
de las sabias intuiciones.
Con los regalos prodigiosos que se
nos ofrecen,
y las inevitables renuncias que se
nos imponen.
Más allá de una fecha marcada en un
calendario
(acuerdos convencionales del tiempo
al fin y al cabo)
renacemos día a día,
cada minuto, cada segundo, cada
instante
es aniversario de algún momento,
una emoción, un pensamiento
una experiencia, un sentimiento,
un viaje, un encuentro…
que nos marcaron para siempre,
que dejaron su huella,
o que vivimos apasionadamente.
Por eso, quizás, sería inteligente
aprender a vivir el aquí y ahora,
el momento eterno del presente,
porque cada instante vuelve a ser
un nuevo nacimiento,
el inicio de una nueva posibilidad.
Pero aún así,
bien está que celebremos,
animales de ritos como somos,
que brindemos con champán y uvas
cuando comienza un nuevo año
(y ¿por qué no hacerlo también
cuando es el nuevo año
de otra cultura, otra religión, o
un pueblo de ojos rasgados?).
Brindar cuando es el aniversario
de un hecho que marcó nuestras
vidas
brindar simplemente porque ayer amaneció
y sonreí, o lloré,
o me besaron, o besé,
o deseé hacerlo.
Y brindar, el día del cumpleaños,
por existir,
por haber nacido,
por aquella beba,
como dirían allende el Atlántico,
que llegó un día al mundo,
cargada de promesas,
con su historia aún por escribir.