JHOANA PATIÑO





POETA FEMINISTA COLOMBIANA

Desgraciadamente, una vez más, nos sobran los motivos para protestar, denunciar, exigir, reivindicar.

Afortunadamente, tenemos también sólidos argumentos, fuerza, coraje y sororidad y muchas voces que ponen en palabra nuestras convicciones.

Quiero hoy traer a estas páginas la voz sencilla, clara, directa, llena de fuerza y rebeldía para denunciar la injusticia, la pobreza, la violencia contra las mujeres. Hablo de la profesora de la Universidad de Caldas y escritora colombiana Jhoana Patiño, digna sucesora de otras grandes escritoras feministas de su país, como Alba Lucia Ángel o Marvel Moreno.

Podéis conocerla directamente en esta entrevista



Y, sobre todo a través de dos de sus poemas.

Las mujeres, variadas, diversas, diferentes, con derecho a la libertad y los propios proyectos de vida nos vemos reconocidas en este poema:

Mujer, ser en tensión y en posibilidad.
Ser de carne, hueso y novedad, eso eres, eso soy, una mujer en libertad.
Mujer en la lluvia y en el sol, en el frío y en el amor,
Mujeres de risa y de llanto, de rabia y pasión
Mujer en la muerte y el dolor, mujer  en la vida y la razón
Mujeres en cada segundo en cada rincón
Mujer de silencios y miedos,
De vidas y cuentos.
Mujeres en las luchas, en las revueltas y las protestas
En los caminos, en la guerra y en la paz
Mujeres seres del viento y de  la mar
Mujeres de manos y de palabras
De falda y pantalón, de casa y de computador
Mujeres de calle, de patio y soledad,
Mujeres de hijos y sin ellos,
Mujer, eso soy, eso eres, mujer  un ser de posibilidad

De su libro Ébano tomo este poema de denuncia de la violencia de género, la violencia machista cuya origen está en la construcción patriarcal de la sociedad.

NO ERA YO EL PROBLEMA. 

El problema no era el golpe,
ni el insulto,
tampoco el dolor
o la sangre en el piso.

El problema no era la cicatriz en el cuerpo
ni la culpa que sentía,
mucho menos la vergüenza.

El problema no era mi cuerpo
no eran,
ni mis ojos,
ni mi color.

El problema era mi condición
ser mujer, ese era el problema.

No era por como vestía,
Ni por lo que decía.
Era porque así tenia que ser,
porque siempre había sido de esa manera,
porque la abuela le dijo a mi madre que el hombre era Dios
y eso me enseñó ella.

El problema era el mundo,
con sus códigos machistas,
desiguales y violentos,
con sus lenguajes sexistas
y sus morales dobles.

El problema no era mio,
era de todos,
de los que sabían y no hacían nada,
de los que se tapaban los oídos y desviaban la mirada,
de los que justificaban al hijo,
de los que celebraban la paliza.

El problema no era yo
y tampoco era nuevo,
era falta de memoria,
injusticia,
abandono.
  
El problema era una historia contada por hombres
y padecida por mujeres;
eran niñas vestidas de rosa para que fueran más puras
y niños pintados de azul para que fueran más rudos,
el problema no era el golpe en la cara,
era el permiso de todos,
el creer que era natural,
el sentir que era bueno,
el tolerar por miedo.

El problema no era el puño
era la herida en el alma
y el silencio.


Podemos escuchar ese mismo poema en este vídeo de creación colectiva de mujeres de Plena Inclusión Madrid.




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